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El SMS Dresden fue un crucero ligero (Kleiner Kreuzer en
alemán) de la Kaiserliche Marine alemana, botado en 1906, de 118 m de eslora y
tres chimeneas, armado con 10 cañones de 105 mm, y el primer crucero alemán
equipado con turbinas tipo Parsons y cuatro hélices navales tetrapalas, que le
permitían alcanzar 28 nudos, cuatro más que su gemelo, el SMS Emden, con el
cual constituía clase.
Tuvo una destacada participación en la evacuación de
alemanes radicados en el puerto de Veracruz en México a principios de 1914,
llevando entre sus oficiales al teniente de navío Wilhelm Canaris, y durante
esos días de asedio al deportado dictador Victoriano Huerta. Pancho Villa hizo
un ofrecimiento al gobierno alemán para comprar este crucero y otros más.
Después de concluido el traslado, fue relevado por el crucero Nürnberg y partió
a Alemania.
Asumió el mando el capitán de navío Fritz Lüdecke.
Primera Guerra Mundial
Estando en plena travesía, recibió la noticia del inicio de
hostilidades e instrucciones de navegar hacia la colonia alemana de Tsingtao,
China, y en plena mar se preparó el navío para entrar en combate.
Finalmente llegó a Tsingtao, aún en poder de los alemanes y
se avitualló. Allí recibió órdenes de proseguir la navegación en pos de la
flota del almirante Maximilian von Spee. Durante el viaje, el buque fue
alistado para el combate, desechando todo material inflamable y accesorios inútiles.
En Chile
Se unió a la flota de von Spee en la isla de Pascua viniendo
desde Tsingtao (China). Desde ahí zarpó con la flota hacia la costa
sudamericana, específicamente al cabo de Hornos.
Participó en la batalla de Coronel (Chile) el 1 de noviembre
de 1914, donde la flota alemana resultó victoriosa.
Durante una parada de abastecimiento en Valparaíso, su
gemelo el SMS Emden fue inutilizado en las islas Cocos (12°11′10.24″S
96°49′47.07″E) el 9 de noviembre por el HMAS Sydeny.
En la batalla de las islas Malvinas el 8 de diciembre del
mismo año, donde la armada inglesa al mando del vicealmirante Sir Frederick
Sturdee hundió a casi todos los navíos de Von Spee, el SMS Dresden fue el único
navío sobreviviente gracias a sus turbinas, que le dieron mayor velocidad (27
nudos) durante el forzado escape.
Se esconde en la Patagonia chilena
Los británicos no deseaban que el SMS Dresden se les
escabullera y dieron una batida de caza por toda la región austral sin
encontrarlo.
El SMS Dresden navegó por los canales patagónicos en busca
de refugio. Una vez agotado el carbón, se mantuvo escondido en estrechos
canales patagónicos chilenos no demarcados geográficamente (isla Santa Inés e
isla Santa Magdalena), por espacio de varios meses y cambió de posición en muchas
ocasiones, dentro de la misma zona. El lugar más espectacular fue el fiordo de
Quintupeu (42°5′41.17″S 72°33′16.40″O), en cuya boca apenas cabía el SMS
Dresden. Llancahué (42°10′17.30″S 72°24′06.37″O), Porcelana (42°29′3.36″S
72°26′11.69″O), Cahuelmó y Quintupeu que son unos bellos parajes del sur de
Chile, donde se pueden apreciar vertientes naturales de agua termal agrupados
en pozones al aire libre. En el fiordo de Quintupeu se divisan los cerros de la
frontera y un farallón rocoso con una cascada directa al mar.
La tripulación sobrevivió gracias a la caza, pesca y fuentes
de aguas naturales, así como a la ayuda de alemanes residentes en Chile, tales
como Harry Rothenburg y Albert Pagels radicados en Punta Arenas (Chile).
A fines de febrero de 1915 y estando ya en condiciones de
navegar, aunque con bajas reservas de carbón, buscó encontrarse con un barco
alemán abastecedor en alta mar y luego emprender la llamada ruta de los veleros
hacia Oceanía.
Albert Pagels y el fiordo de Quintupeu
Quintupeu es un bellísimo fiordo, solitario, con una
estrecha entrada de no más de un cable de ancho, con un saco de tres millas y
un ancho de media milla, rodeado de acantilados de unos 600 m de altura,
cubiertos de profusa vegetación, útil para abastecer las calderas del buque con
una cascada de purísima agua. El 6 de febrero de 1915, al atardecer, llega
hasta aquí el averiado SMS Dresden, con las máquinas quejándose y rechinando.
Al pasar los enormes acantilados de la estrecha entrada, ven un velero con
bandera alemana que resultó ser uno de los barcos de la flota de Carlos Oelkers
de Calbuco que venía capitaneado por Enrique Oelkers, acompañado del eficiente
colaborador Albert Pagels, quien les había informado de la emergencia del buque
y traía víveres, carbón y mecánicos para llevarse las piezas dañadas a Calbuco
y Puerto Montt.
Esa misma noche empezó la gloriosa estancia del Dresden en
este maravilloso fiordo. El aire tibio de verano, la banda tocando en cubierta,
cerveza, cecinas de las buenas, auténticas, fabricadas por los alemanes
residentes y salchichas en fondos con agua hirviendo, ¡no podía haber nada más
estupendo después de tantas privaciones! A la mañana siguiente, muy temprano,
se empieza con el desarme de las piezas dañadas. Todo el personal tenía algo
que hacer, había que apurarse, pues era de suponer que no podrían quedarse
mucho tiempo, ya que ello contravenía la Convención de La Haya. Se sacaron dos
pesadísimas tapas de las calderas semifundidas por las tremendas temperaturas a
que habían sido sometidas, así como ejes y partes de los comandos del timón.
Todo fue trasladado al velero de la flota de Oelkers que partiría rumbo a
Calbuco y Puerto Montt. El personal, agotado, se retiró temprano. Al otro día
se continuó con la labor de desarme de las últimas piezas dañadas con las que
saldrían al día siguiente a las 5 de la mañana el capitán Wiebliz, Pagels y dos
marineros en la lancha de vapor del buque, rumbo a la isla Guar para ser
entregados al mediodía en el solitario estero de Chipué a la Elfeide, la goleta
de Pagels comandada por su colaborador Schindling, y llevarlos a reparar a
Puerto Montt, estratagema meticulosamente elaborada con anterioridad para no
delatar la posición del Dresden.
Antes de partir con Pagels, Schindling entregó al capitán
Wiebliz una bolsa con correspondencia para el buque, recopilada por muy
diferentes y extraños medios. Enfilados a 182º magnéticos, rumbo que mantendrán
por 10 millas para luego virar a babor, a la cuadra de la isla Queultín y tomar
el nuevo rumbo de 124º hacia la isla Llancahué. Era un día soleado con mar
plana y suave viento del NW. El pequeño motor a vapor de la lancha resoplaba
acompasadamente, manteniendo una velocidad, con ayuda del viento, de 7 nudos
que les auguraba una pronta llegada en unas 7 horas. Faltando más de una hora
para efectuar el cambio de rumbo en la isla Queltin, el capitán Wiebliz, a
instancias de los tripulantes, accedió a abrir el saco de la correspondencia.
Sobre todas las cartas se destacaba inmediatamente una caja dirigida a uno de
los marineros tripulantes, Otto Hunger, el corneta del buque, quien con gran
apresuramiento y ansiedad la abrió: era un grueso chaleco con cuello de piel
que le había tejido su madre, pues él en una carta se había quejado del frío de
los canales magallánicos. Con gran alborozo se lo pone a pesar de que no
correspondía a la temperatura veraniega. Al cambiar el rumbo hacia el oeste,
favorecida por el viento de empopada, la pequeña embarcación aumentó su andar a
casi 8 nudos, lo que les permitió llegar al buque con el sol aún alto.
Sobre la cubierta encontraron un misterioso cajón. El
aserrín y restos de tablas que lo rodeaban denotaban su reciente construcción.
Al preguntar a que correspondía, nadie supo contestar. Cuando el capitán
Wiebliz fue a informar sobre su misión al Comandante Lüdecke, le preguntó por
el misterioso cajón. El comandante le informó que se trataba del molde que se
usaría para concretar la caja que contenía el tesoro mexicano, el que intentaba
fondear en Quintupeo, ya que no había sido posible depositarlo en un banco en
Alemania. “Nuestro destino es demasiado incierto como para continuar con esta
responsabilidad”, justificó el comandante. En la mañana, el misterioso cajón
había desaparecido, no quedaba ni rastro de su existencia. Al fondo del buque,
en una bodega de la sentina, el teniente Canaris, Karl Hartwig el torpedero y
Gregor Bitter el carpintero, en estricto secreto, envuelven la caja del tesoro
con linoleum y la sellan con brea, para luego introducirla en el mentado cajón
y concretarlo con la mezcla que el carpintero ya tenía preparada. Terminada
esta última operación, Bittler introdujo en la mezcla dos ganchos de fierro
para posteriormente, y una vez fraguado, izar el pesado bloque con la grúa de
torpedos.
Valparaíso
El SMS Dresden se hizo a la mar y a la altura del puerto de
Corral sorprendió y hundió a la barca inglesa Cornwall Castle, recogiendo a sus
tripulantes, que fueron transferidos más tarde en Valparaíso a un barco de
aprovisionamiento alemán.
En principio, su objetivo era tomar la ruta de los veleros,
una vez abastecido de un barco amigo, pero en lugar del abastecedor se encontró
con su última presa. El velero inglés venía sin carbón suficiente, por lo que
las estimaciones de combustible para realizar semejante travesía le ponían en
peligro de quedar a la deriva en medio del Pacífico.
El 1 de marzo, estando a la deriva, en la amanecida de una
neblinosa mañana, los alemanes divisaron la silueta de un crucero inglés, que a
su vez los divisó navegando a baja velocidad. Lüdecke contaba con pasar por un
crucero chileno, ya que había sido repintado en un color más oscuro, semejante
a los de la Armada de Chile. Pero los ingleses reconocieron al SMS Dresden e
informaron por TSH a sus pares, siguiéndole bajo el horizonte.
Archipiélago Juan Fernández
Con sus reservas de carbón alarmantemente bajas, el crucero
buscó abastecimiento el 2 de marzo en puerto chileno, en la bahía Cumberland en
la isla de Más Adentro, actual Archipiélago Juan Fernández. La idea de Lüdecke
era abastecer el navío para emprender definitivamente la navegación hacia
Oceanía para encontrarse con su gemelo SMS Emden.
Hundimiento
La gobernación chilena sólo ofreció 72 horas de reparación
con sus propios medios o internación. Estando en estos trámites, una fuerza
inglesa compuesta por los cruceros HMS Kent, HMS Orama y HMS Glasgow lo
sorprendió fondeado, el 14 de marzo de 1915.1 Lüdecke, imposibilitado de escapar
o hacer frente, e intentando ganar tiempo para preparar la nave para su
hundimiento, hizo subir bandera de parlamento, y envió al oficial Canaris al
HMS Glasgow a parlamentar, pero los ingleses lo ignoraron y comenzaron a
disparar.1 El Dresden hizo algunos disparos, pero una batería de popa fue
alcanzada muriendo siete tripulantes. El capitán Lüdecke ordenó desembarcar la
tripulación y preparar el hundimiento de su nave: Algunos miembros de la
tripulación hicieron explotar la santabárbara de proa y abrieron las válvulas
de fondo, para luego lanzarse a nado para alcanzar la orilla mientras el
crucero imperial comenzaba a hundirse a las 11:35.1
Los heridos más graves fueron atendidos por los mismos
ingleses y trasladados a Valparaíso en el transporte Orama. Más tarde el
crucero chileno Esmeralda se presentó y trasladó a los restantes marinos a
Concepción.
La tripulación fue internada en la isla Quiriquina
(Talcahuano, Chile) por el resto de la guerra. Tan sólo tres integrantes se
fugaron, entre ellos el teniente de navío Wilhelm Canaris, futuro jefe de la
Abwehr en el período nazi. El resto decidió unirse a la comunidad alemana
residente en Chile
Wilhelm Canaris
Es llamativo porque Wilhelm Canaris tuvo una larga relación
con Chile, según lo documenta Richard Basset en El enigma del almirante
Canaris. Historia del jefe de los espías de Hitler. Navegó por estas costas.
Hizo ejercicios navales en Tierra del Fuego y Chiloé. A bordo del Dresden, jugó
al escondite en el Pacífico Sur, durante varios meses, con la flota imperial
inglesa en 1916. El Dresden fue el único navío alemán que sobrevivió a la
catastrófica derrota teutona en las Malvinas, a fines del año anterior. Y
cuando finalmente fue atrapado frente a las costas de Juan Fernández, una
última y habilidosa jugada del subteniente Canaris, oficial de inteligencia a
bordo, permitió que la tripulación desembarcara y hundiera su barco, impidiendo
así a los ingleses darse el gusto de cañonearlo a discreción. En premio a su
desempeño fue el primer oficial autorizado a huir del archipiélago chileno,
donde se suponía que toda la tripulación del Dresden debía permanecer internada
hasta el fin de la guerra. La tripulación sobreviviente del Dresden, Canaris
entre ellos, fue internada en Chile, en la isla Quiriquina -frente a Talcahuano-
y pese a que formalmente eran prisioneros, el relajamiento de las medidas de
seguridad impuestas por la Armada permitió a varios de los oficiales viajar a
Concepción en más de una oportunidad. Demás está decir que la fuga de Canaris
(y, luego, de casi toda la tripulación) contó con el decidido apoyo de los
anfitriones.1
En agosto de 1915 se fugó junto a otros compañeros de armas
desde Chile, desde Osorno. Allí estaba alojado en la mansión Von Geyso, desde
donde lo enviaron al fundo Eggers, en Puyehue, a fin de preparar el cruce de la
cordillera, lo que hizo solo y a caballo. Al otro lado, en una de las puntas
del Nahuelhuapi, era esperado por otro integrante de la familia Eggers, que lo
cruzó en bote hasta San Carlos de Bariloche, ubicándolo por algunos días en la
estancia de Luis von Bülow. Allí fue recibido por el cónsul alemán Karl
Wiederhold, quien le proporcionó ayuda.1
Premunido de un pasaporte chileno -auténtico, que fue
conseguido por agentes de la embajada alemana en Buenos Aires- a nombre de Reed
Rosas, un modesto vendedor anglochileno, Canaris emprendió un viaje de 500 km
hacia Osorno, en tren, llegando a esta ciudad el 6 de agosto valiéndose de su
excelente dominio del español, y marchó hacia Argentina, donde finalmente
consigue embarcarse hacia Alemania en un carguero holandés que lo llevó a
Rótterdam, desde donde retornó a Alemania, donde fue rápidamente ascendido a
capitán.1
Además, fue reclutado por la inteligencia exterior alemana,
dadas sus evidentes dotes de actor y su conocimiento del idioma de Cervantes,
siendo enviado a trabajar a la embajada alemana en Madrid, donde estuvo un año
ejerciendo funciones de espía, para lo cual utilizaba como cobertura su falsa
de identidad del chileno Reed Rosas, agregando -cuando se lo preguntaban- que
él venía de una pequeña ciudad del sur de Chile llamada Osorno.
Hoy
El Dresden es hoy una atracción para buzos profesionales
debido a la claridad del agua en ciertas épocas del año, y se conserva aún en
relativo buen estado, en el fondo del puerto de la isla a unos 70 m de
profundidad y a 516 m del embarcadero. Muchas piezas de vajilla han sido
extraídas por buzos lugareños.
En febrero de 2006 fue rescatada la campana de bronce de 155
kg del crucero por un grupo de arqueólogos. Se exhibió durante un año en el
Museo Naval y Marítimo de Valparaíso en Chile antes de ser prestada a Alemania
por las autoridades chilenas, por un período de cinco años, en muestra de las
buenas relaciones institucionales. Actualmente se encuentra en el Museo Militar
de la ciudad de Dresde.
Hay una pieza hecha de material fundido del Dresden en la Séptima
Compañía de Bomberos de Concepción, Bomba Alemana ubicada en Veteranos del 79
S/N
El 13 de junio de 2014, la Embajada de la República Federal
de Alemania en Chile hizo entrega de una réplica de la campana del crucero
ligero alemán S.M.S. "Dresden" al Museo Marítimo Nacional – Chile. La
réplica es copia de la campana original de 144 kilos de peso y su confección
fue financiada por el Ministerio Federal de Relaciones Exteriores de la
República Federal de Alemania. Está previsto que la campana original regrese a
Chile el año 2021. Fue restaurada en el Museo Regional Arqueológico de
Schleswig y desde el 14 de noviembre de 2008 está siendo exhibida en el Museo
Histórico Militar de las Fuerzas Armadas Federales en Dresde.2
Para conmemorar el centenario del hundimiento del crucero
ligero “SMS Dresden”, la Liga Chileno-Alemana (DCB) inauguró el lunes 3 de
noviembre de 2014 una exposición itinerante con piezas originales halladas y
documentos de la historia del SMS Dresden. La exposición se abrió en la sede de
la Liga Chileno-Alemana y luego inició un recorrido por Punta Arenas, Puerto
Montt, Concepción y Valparaíso. En marzo de 2015, la exposición será entregada
solemnemente junto a una segunda réplica de la campana a la isla Robinson
Crusoe para quedarse allí permanentemente.3
El tesoro del Dresden
“La situación política en México en 1910 era caótica, los
gobernantes eran derrocados continuamente, ante lo cual Alemania envió al
crucero SMS Dresden para cautelar los intereses y la seguridad de la colonia
alemana residente. En Tampico la situación era dramática e insostenible,
imperaba el desorden y ante el inminente peligro de saqueo, los colonos
alemanes entregaron al comandante sus joyas, dinero, oro y objetos de valor,
iniciativa a la que se unieron otras familias de extranjeros, así como
personajes mexicanos adinerados. Todo debía ser puesto a resguardo en un banco
al regreso del Dresden a Alemania. El tesoro quedó en una caja bajo la custodia
del comandante de la nave.
La nave navegaba rumbo a Alemania cuando estalló la Primera
Guerra Mundial, agosto de 1914. El comandante recibió la orden de efectuar la
guerra de corso en el Atlántico y, posteriormente, dirigirse a Isla de Pascua
para integrarse a la escuadra del almirante Maximilian von Spee. En noviembre,
el escuadrón de cruceros alemanes derrotó a una escuadra inglesa a 41 millas
del puerto de Coronel en Chile, y esta misma fuerza, al incursionar en el
Atlántico, fue completamente derrotada por otra escuadra inglesa en las islas
Malvinas, salvándose solamente el Dresden. El SMS Dresden sufrió múltiples
averías en el combate de Las Malvinas. Se ocultó en los canales patagónicos del
sur de Chile donde fue ayudado y aprovisionado por el ciudadano alemán Harry
Rothemburg, que residía en Punta Arenas. Aconsejado por Rothenburg, la nave
puso rumbo al estero de Quintupeu, cerca de Puerto Montt. Allí la nave terminó
su reparación y continuó su navegación hacia el norte, debiendo fondear en la
isla Robinson Crusoe, pues ya no tenía carbón para sus calderas. Finalmente fue
localizado por varios buques de guerra ingleses y hundido en la bahía
Cumberland.
Uno de los testigos presenciales afirmó:
Entre los miembros
de la colonia alemana de Puerto Montt se comenta que varios de sus antepasados,
que estuvieron a bordo del crucero mientras estuvo fondeado en Quintupeu,
contaban que el último día, antes del zarpe, desde el buque arrojaron un cajón
grande al mar y que éste podría haber contenido el tesoro de Tampico. Durante
muchos años pescadores y buzos recorrieron el fiordo, pero no encontraron nada.
Albert Pagels
Lecturas Adicionales
La periodista e historiadora viñamarina María Teresa Parker
de Bassi publicó en 1987 a través de Editorial Tusitala el libro "Tras la
estela del Dresden".4 El trabajo incluye entrevistas tanto en Chile como
en Alemania a sobrevivientes y parientes de la tripulación del SMS Dresden. El
texto se reeditó en español en los años 1990, 1995, 2003 y fue publicado en el
idioma alemán en el año 1993 por la editorial Koehlers Verlagsgesellschaft bajo
el nombre "Kleiner Kreuzer Dresden. Odyssee ohne Wiederkehr".5
El año 2010, RIL Editores publicó "S.M.S. Dresden.
Historia en imágenes",6 del historiador argentino Diego Lascano, que
permite una recreación histórica del crucero liviano a través de 400
fotografías presentadas en una edición de lujo.
Astillero Blohm
und Voss , Hamburgo
Clase Emden
Tipo Crucero
ligero
Iniciado octubre
de 1906
Botado 5
de octubre de 1907
Asignado 14
de noviembre de 1908
Baja 14 de marzo
de 1915
Destino Hundido
en el Archipiélago Juan Fernández
Características generales
Desplazamiento 3364
t normal
4268 t a plena carga
Eslora 118,3 m
Manga 13,4 m
Calado 5,55 m
Blindaje •
Cubierta: 80 mm
• Torre de mando: 100 mm
• Cañones: 50 mm
Armamento • 10
cañones de 105 mm de tiro rápido
• 8 cañones de 52 mm
• 2 tubos lanzatorpedos de 450 mm
Propulsión •
12 calderas acuatubulares a carbón
• 2 turbinas a vapor tipo Parsons
• 4 hélices de Ø1,95 m
Potencia 15
100 cv
Velocidad 25-28
nudos
Autonomía 3760 millas
náuticas a 12 nudos
Tripulación 361
• 18 oficiales
• 343 suboficiales y marinos
Que fue del chancho que le regalaron en Punta Arenas, a los tripulantes alemanes?
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