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Un galeón es una embarcación a vela utilizada desde
principios del siglo XVI. Los galeones eran barcos de destrucción poderosos y
muy lentos que podían ser igualmente usados para el comercio o la guerra. Desde
mediados del siglo XVI se convirtieron en el barco de comercio principal de las
naciones europeas, y en su diseño se basaron los tipos posteriores de navíos de
guerra de pequeño tamaño.
Si la carabela fue una invención portuguesa, se considera
que el galeón es una embarcación típicamente española, que surgió para cubrir
la necesidad de la Corona de un navío que compartiera la capacidad de carga de
la nao con la velocidad y maniobrabilidad de la carabela, con el objetivo de
explorar y comerciar con las Indias recientemente descubiertas. La primera
mención del término es incierta, ya que en la época en que se empieza a usar el
término no existía una nomenclatura exacta para definir los distintos tipos de
embarcaciones. El galeón, pasó a ser usado tanto para pesca como para fines
militares. Ya en 1567 se diferencia como término militar al galeón de las naos,
llamándolo “Galeones del Rey” y desde 1607 galeón pasa a ser un término
exclusivo de galeón de guerra.
El término galeón aparece en documentos muy anteriores a
esta época. Del mismo modo que la fragata y el bergantín, el galeón parece
surgir como una variante de menor tamaño de la galera, como se deduce de los
Annali Genovesi que mencionan galeones de 80, 64 y 60 remos, que se usaron por
su velocidad y maniobrabilidad en misiones de descubierta en los siglos XII y
XIII. Es muy probable que en tiempos de las cruzadas galeones y galeotas fueran
el mismo tipo de embarcación.
Posteriormente el término se utilizó para denominar
embarcaciones sólo de vela. Aunque está documentado que los venecianos
emplearon embarcaciones de guerra sin remos en tiempos tan remotos como la
Batalla de Durazzo en 1081, las flotas de combate europeas fueron siempre de
remos hasta que los descubrimientos y las nuevas rutas del siglo XV exigieron
nuevas embarcaciones para cubrir las largas distancias. En las crónicas de la
batalla de Preveza de 1538 se menciona una embarcación denominada como galeón
que combatió a varias galeras turcas, lo que demuestra que ya entonces el
término designaba a navíos armados de porte considerable.
Aunque es principalmente un invento español, parece ser que
a principio del siglo XVI Francisco I de Francia había ordenado la construcción
de cierto número de nefs-galères o galions. Igualmente entre las naves armadas
de la Orden de Malta figuraba un galeón que tomó parte en el asedio de La
Rochelle en 1628 en tiempos de Luis XIII, con el nombre de Galeón de la
Religión. En su Testament Politique el Cardenal Richelieu, padre de la marina
francesa, escribe si Francia es fuerte en galeras y galeones entonces los
españoles no podrán navegar sin riesgos por ninguna parte. Sin embargo, a
partir de 1671 no se cita en Francia ningún galeón en las listas navales, ya
que este tipo de naves pasan a denominarse simplemente vaisseaux (bajel o
navío).
Las proporciones de los buques del siglo XIV y XV se
obtenían a partir de la vieja fórmula murciana tres, dos y as; es decir, eslora
triple que la manga y ésta doble que el puntal. Para el galeón se pasa al
4:2:1, algo más corto y ancho que una galera; y más largo y menos alto que una nave.
Si bien esta altura era elevada notablemente por la presencia de un
considerable acastillaje (cubiertas y estructuras elevadas usadas como
plataforma de tiro) a proa y a popa, característica que heredaron de las
galeras. Pero el elemento más típico que conservaron de éstas es el espolón que
se prolonga en el largo bauprés, aunque ya desprovisto de su función ofensiva y
sin refuerzos de hierro, pasando a convertirse progresivamente en beques:
plataforma abalconada desde la que se maniobra la jarcia de la proa y que
alberga los jardines o letrinas de la tripulación. En un manuscrito veneciano
del siglo XVI se describen las dimensiones de un galeón: eslora entre
perpendiculares 41,3 m, eslora en la quilla 30,5 m, manga 10 m.
El galeón fue en su versión definitiva un buque más largo y
estrecho que la nave, y más corto y ancho en proporción que la galera,
generalmente de menos de 500 t, aunque algunos (como los galeones de Manila)
podían alcanzar las 2000 t. El desplazamiento fue variando con el tiempo y se
incrementó progresivamente desde alrededor de 334 t por término medio para los
galeones en el inventario real de 1556. Posteriormente los registros muestran
una clara tendencia al aumento de tamaño al mencionar embarcaciones cada vez
mayores. Por ejemplo en la Gran Armada de 1588 contra Inglaterra participaron
tres grandes galeones portugueses de 1000 tn y 8 de unas 800 t. Si bien algunos
galeones antiguos similares a naos aparejaban cuatro palos, trinquete, mayor,
mesana y contramesana (o buenaventura), con velas cuadras en el trinquete y
mayor, y latinas en los otros dos, este número se estableció definitivamente en
tres. Los palos de mesana se inclinan hacia popa hasta mediados del siglo XVII.
No se usan velas cangrejas ni de cuchillo. A esto se solía añadir una vela
cebadera bajo el bauprés y en buques grandes también un palo tormentín sobre el
extremo de éste. Hacia 1620 se empieza a equipar una gavia sobre la vela latina
de mesana; estos navíos se denominaron fragatas en diversos países (no
confundir con las muy diferentes fragatas del siglo XVIII en adelante).
El trinquete se desplazó hacia atrás a comienzos del siglo
XVII. Hasta entonces se levantaba delante del castillo de proa y a partir de
esa época se desplazó hacia atrás saliendo por una fogonadura en la cubierta
del castillo.
El velamen se fracciona con respecto a buques anteriores del
mismo tamaño montando más velas y de tamaño menos dispar, y se mejoran los
aparejos de la jarcia de labor. También se fraccionan más los palos añadiendo
masteleros y mastelerillos, innovación introducida por los flamencos en 1570.
Las cofas reducen su tamaño. El casco también sufrió modificaciones respecto a
la carraca, reduciendo el arrufo y sustituyendo la popa redonda —que persistía
en muchos grandes buques— por el espejo plano. La manga era ancha en la línea
de flotación y tendía a estrecharse, con las amuras inclinadas hacia adentro,
dando de este modo una estabilidad que permitía instalar artillería más pesada.
Para bajar el centro de gravedad se rebaja en ocasiones la parte trasera de la
cubierta inferior para compensar el arrufo que hacía subir los cañones montados
en esa parte. También se generaliza el uso de portas al instalar los cañones en
una posición más baja, cerca del centro de gravedad. Por otra parte, el
castillo de proa se desplaza hacia atrás de la roda, reduciendo el riesgo de
que la presión del aire hiciera zozobrar la nave y facilitándole ceñir el
viento (navegar con viento de cara).
Una importante mejora introducida en los galeones fue la
introducción del pinzote, una prolongación vertical de la caña del timón. Antes
de ésta el timonel se veía obligado a maniobrar la caña desde el interior de la
obra muerta, sin ver las velas y guiándose con aguja o por las indicaciones
dadas por un oficial desde cubierta. Sin embargo tras esta mejora el timonel
tenía a su vista las velas, cosa importante en la navegación. El timón de rueda
no apareció hasta tiempo después de la era de los galeones.
Una característica de los galeones era la galería, una
pasarela que rodeaba la popa y que albergaba las letrinas de los oficiales.
Esta derivaba de una larga tradición mediterránea que se remontaba a las naves
de la antigua Roma que poseían una plataforma en el exterior del casco que
permitía desplazarse por el barco sin tener que cruzar la zona de carga. Esta
galería fue cubierta posteriormente integrándose en los camarotes de los
oficiales. Durante el comienzo de la era de los galeones el área de
construcción en España se centró en la costa atlántica, principalmente en
Cantabria, Vizcaya y Cádiz y posteriormente también en Lisboa. La costa
mediterránea, que había sido la principal suministradora de embarcaciones
durante la época de las galeras perdió importancia paulatinamente y se dedicó a
la construcción de embarcaciones menores. Ocasionalmente la corona española
compraba embarcaciones en otras posesiones europeas como Sicilia o Flandes. A
partir de 1610 se inicia la construcción en el Caribe, sobre todo en la Habana
cuyos astilleros se distinguieron pronto por el acceso a maderas tropicales
como la caoba.
Los galeones se construían al principio con maderas nativas
europeas, ya que las maderas tropicales, de cualidades superiores, aún no se
habían ensayado para la construcción naval en Europa. Generalmente se usaba roble
para la quilla, las cuadernas y otros elementos estructurales, pino para los
mástiles y vergas y diversas maderas para el forro. Este solía realizarse a
tope (con las tablas colocadas consecutivamente), aunque en algunas naciones
del norte de Europa se usó en ocasiones el sistema de tingladillo, con las
tablas solapadas. El proceso completo de construcción y aparejo de un galeón se
prolongaba durante aproximadamente dos años. En España el astillero entregaba
el navío a la corona vacío y sin aparejar. Era responsabilidad del Estado
equipar el barco, un largo y costoso proceso que podía prolongarse muchos
meses. El último paso era decorar y bautizar la nave. La elaboración de la
decoración variaba según la importancia del barco y los fondos disponibles. En la
flota española de la época era habitual nombrar a los barcos de importancia con
nombres de santos, vírgenes u otra figura religiosa. Se solía pintar el espejo
de popa con una imagen del santo o alguna escena alusiva en España. La parte
más decorada era el castillo de popa y solía consistir en volutas o guirnaldas
y pequeñas figuras talladas que se repetían siguiendo las formas del barco. La
obra muerta generalmente se protegía con una pintura ocre oscuro pero a menudo
se pintaban franjas de colores vivos a lo largo de las bordas y castillos. Las
partes labradas se doraban con frecuencia. La decoración solía ser más sobria
en los barcos españoles que en el resto de naciones europeas.
Se alzaba una bandera en cada mástil además de otros
estandartes y gallardetes en otras partes del navío. Estas banderas variaban
según las naciones, las flotas y las misiones según un complejo sistema
heráldico que incluía además de las armas reales la enseña del comandante de la
flota en la nao capitana. Con el galeón la guerra naval entró en una nueva era,
la marina se erige como un instrumento fundamental del poder de los estados
europeos y no sólo como un medio de transporte y asalto de la infantería
terrestre. Durante esta época se producen las primeras grandes batallas en alta
mar, ya que hasta entonces los enfrentamientos se habían resuelto casi
invariablemente cerca de la costa.
En un primer momento las tácticas de combate empleadas por
España seguían los hábitos adquiridos en las guerras en el Mediterráneo, con
luchas a corta distancia con numerosa infantería que intentaba abordar las
naves enemigas. Las tácticas fueron haciendo un uso cada vez más intensivo de
la artillería. Las piezas de artillería se clasificaban en numerosas categorías
y calibres pero se pueden dividir en tres clases:
Armas menudas de
tiro tenso. Solían ser de retrocarga las cuales eran fáciles y rápidas de
utilizar ya que se cargaban por una recámara trasera. Se empleaban contra la
infantería enemiga y las piezas pequeñas iban montadas en horquillas giratorias
sobre las bordas u otras estructuras pero siempre en cubierta, ya que de lo
contrario, el humo expulsado por la recámara hubiera anegado el interior del
navío. Esto era además la causa de uno de los principales inconvenientes de
este tipo de armas, ya que las imperfecciones y holguras de la pieza y la
consiguiente expulsión de gases causaba una pérdida de compresión en el disparo
que le hacía perder potencia y precisión con respecto a armas de avancarga de
calibre equivalente. A esta categoría de armas pertenecían los versos (1/2
culebrina), sacres (1/4 de culebrina), falconetes (1/8), esmeriles, cerbatanas,
ribadoquines (de avancarga), mosquetes, lagartijas y sacabuches entre otros.
Estas armas disparaban pelotas de hierro forjado, bodoques de hierro emplomado
y ciertos tipos podían disparar postas o munición graneada.
Armas gruesas de
tiro tenso. Las armas más antiguas de este tipo eran las bombardas o lombardas,
de hierro forjado y retrocarga. En el tiempo de los galeones esta pieza y sus
variantes, la bombardeta y el pasavolante estaban ya obsoletas aunque aparecen
en los inventarios reales hasta la década de 1570. Las más comunes en la época
eran las culebrinas, algunas de cuyas variantes menores entran en la categoría
anterior, y se dividen en culebrinas, medias culebrinas, tercio de culebrina
(sacre), etc. Estas se caracterizan por tener un ánima muy larga en relación
con su calibre, lo que le daba mayor alcance que el cañón aunque a costa de un
menor tamaño de munición y un mayor consumo relativo de pólvora. Los cañones
son las armas más grandes en esta categoría, con un calibre mayor en relación a
su tamaño. Estos se dividían a su vez en cañones, medios cañones y tercios de
cañón dependiendo del tamaño de la munición disparada, siendo los de mayor
tamaño los llamados cañones de batir. El peso de la munición de los cañones
oscilaba entre 7 y 40 libras y entre 2 y 24 para las culebrinas. Estas piezas
se montaban por motivos de estabilidad en las cubiertas inferiores, con las más
potentes a proa.
Armas gruesas de
tiro curvo. Eran armas de gran calibre y ánima corta que disparaban grandes
piezas desde la cubierta con trayectoria parabólica, casi vertical. Los más
comunes son los pedreros y morteros, que disparaban grandes balas de piedra
especialmente labrada (bolaños) y, desde mediados del siglo XVI bombas. Este
tipo de armas eran pesadas y poco eficaces por lo que su uso fue reduciéndose
hasta desaparecer hacia 1620.
Las piezas de artillería más antiguas estaban formadas por
piezas de hierro forjado reforzadas por zunchos también de hierro, construidos
de forma parecida a los toneles de madera. Posteriormente se fabrican de hierro
colado y posteriormente de bronce. El bronce era más caro pero los cañones de
bronce duraban más y eran más ligeros. Antes del siglo XVI la artillería se
montaba en afustes fijos sin ruedas, pero en la época de los galeones las
piezas grandes solían montarse sobre afustes de carro, con dos ruedas,
similares a los empleados en las piezas terrestres. A finales del siglo XVI se
generalizan los afustes de cuatro ruedas, más apropiados para su uso en la mar.
Los muñones aparecen a finales del siglo XV, lo que permite ajustar la
inclinación de la pieza fácilmente.
La enorme variedad de piezas y calibres suponía un grave
problema por lo que Carlos V intentó por primera vez simplificar la variedad a
siete piezas de entre 3 y 40 libras, seis de tiro tenso y un mortero. La
artillería era muy valiosa por lo que no formaba parte del navío, sino que se
almacenaba en los arsenales reales y se equipaba en función de la misión que
fuera a desempeñar. Esto era un sistema complicado pero que permitía aprovechar
mejor el armamento disponible. Fue España la nación que generalizó y conservó
más tiempo la denominación e hizo de esta clase de buques el tipo elegido para
el comercio con sus posesiones de ultramar, ya que su combinación de tamaño,
velamen y la posibilidad de transportar armamento y tropas lo hacían idóneo
para las largas travesías oceánicas, dotando a la corona española de una flota
de buques, más grandes que las carabelas y más marineros que las carracas o
naos, combinando así la capacidad de transporte de las naves de carga con la
potencia de fuego que requerían las nuevas técnicas de guerra en el mar,
permitiendo disponer de barcos de transporte fuertemente armados. Los galeones
españoles tuvieron la importante misión de formar la columna vertebral de la
Flota de Indias que anualmente alimentaba las arcas de la corona española con
las mercancías preciosas traídas desde La Habana a Sevilla y que estaba
organizada por la Casa de Contratación de la ciudad andaluza. Ésta era una
presa codiciada por los corsarios ingleses, franceses y holandeses. Para su
defensa la flota se organizaron en convoy desde 1520, con gran éxito, ya que la
flota sólo fue capturada en contadas ocasiones en los casi tres siglos que
estuvo en funcionamiento.
El origen del sistema de flota está en una súplica al rey
por parte de los armadores de Sevilla en 1522 que demandaban protección para
sus barcos, los cuales solían hacer la travesía del Atlántico en solitario.
Esto es debido a que un año antes habían comenzado los ataques de los corsarios
franceses capitaneados por Jean Fleury y financiado por el armador Jean Ango.
Para ello se empieza a cobrar un impuesto o derecho de avería sobre la carga
transportada. Al principio la escolta sólo se realizaba hasta las islas Azores
pero en 1526 Carlos V establece convoyes regulares desde Sevilla hacia Tierra
Firme (norte de Sudamérica) en agosto y Nueva España (México) en abril,
escoltados por una sola nao armada. La nave capitana encabezaba el convoy. Por
la noche encendía un gran farol que servía de guía al resto de la flota.
La flota hacía escala en las Canarias, generalmente en La
Gomera donde hacían aguada. La velocidad de la travesía dependía de los buques
más lentos. Hacían escala en la isla Dominica o en la Martinica. La flota de
Tierra firme se dirigía luego a Cartagena de Indias, Nombre de Dios y Portobelo
y la de Nueva España a Veracruz. Solían regresar hacia octubre y noviembre
respectivamente. A partir de 1555 el aumento de la actividad de los corsarios
obliga a aumentar el número de naves armadas (naos o galeones) a cuatro por
convoy. Esta escolta llamada Flota de la Guardia acostumbraba a abandonar a los
barcos mercantes al llegar al Caribe y se dirigía a La Habana para regresar con
la flota del año anterior. La escolta de la flota de Tierra Firme solía ser más
numerosa ya que incluía los galeones de la plata que transportaban el
cargamento de plata real proveniente de las minas del Perú. La flota de Nueva
España por su parte, transportaba las mercancías provenientes de Filipinas, un
valioso cargamento de especias, seda, porcelana y otros bienes de lujo. Estos
eran transportados desde Manila hasta Acapulco y desde allí por tierra hasta
Veracruz. Ambas flotas hacían escala a su regreso en las Azores y
posteriormente se dirigían a Sevilla.
En caso de necesidad la Flota de la Guardia era apoyada por
la Armada de la Mar Océana, la flota peninsular española formada principalmente
por los galeones de la Escuadra de Portugal. Aparte de estos contaba con tres o
más escuadrones con base en Cádiz, La Coruña, Sevilla, Santander y Lisboa. La
flota consistía tanto de barcos de la Corona como de naves contratadas y sólo
una pequeña parte eran galeones, siendo el resto navíos armados de distinto
porte.
En ocasiones se destacaba una Galiflota o flota de galeones
para misiones específicas en las indias, como por ejemplo, en 1625 y 1629. El
galeón era un buque polivalente creado para satisfacer las necesidades de una
época en la que las flotas estaban poco desarrolladas y precisaban un navío
potente con capacidad de carga y combate en travesías largas. Con el paso del
tiempo las funciones del galeón van siendo asumidas por otros tipos de
embarcación más especializados. Los galeones de guerra se definen como un tipo
específico durante el siglo XVII, más sólido y armado que anteriormente, y que
acabaría derivando en el navío de línea del siglo XVIII. En sus funciones de
nave de carga fue sustituido por embarcaciones como el filibote o flute
holandés, ligeramente armado pero más barato y eficiente. Otras embarcaciones
más pequeñas como los bergantines reemplazaron a los galeones más pequeños. En
todas estas las superestructuras se simplificaron y redujeron en altura y el
aparejo se racionalizó, fragmentándose el velamen y aligerando la estructura.
Desde mediados del siglo XVIII las velas latinas se sustituyeron en este tipo
de buques por velas áuricas. También desaparecieron primero el tormentín y
posteriormente la cebadera. Durante la segunda mitad del siglo XVIII se fue
generalizando el uso de velas de cuchillo. El galeón y otros tipos obsoletos se
siguieron usando en España para ciertas funciones más tiempo que en otras
naciones europeas que evolucionaron más rápidamente hacia nuevos diseños, el
anquilosamiento de la administración española y medidas como la prohibición por
parte de la inquisición de libros procedentes de naciones protestantes, entre
otros manuales de construcción naval, tuvieron un impacto negativo que motivó
una paulatina toma de ventaja por de las marinas de Inglaterra y Francia.
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