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El HMS Belfast junto a su cabeza de serie el HMS Edinburgh son las dos
últimas unidades de la clase Town, calificados ambos como Cruceros
Ligeros. Entregado a la Royal Navy el 03/08/1939, a los tres meses de su
entrega colisionó con una mina magnética, y estuvo en reparación tres
años: No volvió a entrar en servicio hasta en octubre de 1942.
Aprovechando la reparación se le efectuaron modificaciones, se quito la
catapulta y su artillería AA fue reforzada en 1944-45, con 20 cañones de
40 mm. y 14 de 20 mm. AA. Fue retirado del servicio en 1971, y
conservado como buque museo en el Támesis cerca de la Torre del puente
de Londres.
Construido por: Harland & Wolf en Govant, Reino Unido.
CARACTERÍSTICAS:
DEPLAZAMIENTO: 15.138 Tn.
ESLORA: 187 m.
ESLORA: 20 m.
CALADO: 7m.
PROPULSIÓN: 4 hélices, 4 turbinas Parsons, 4 calderas Admiralty, 80.000 CV.
VB: 32,5 nudos.
AUTONOMÍA: 5.300 millas a 13 nudos.
DOTACIÓN: 855.
ARMAMENTO: 12 cañones de 152/50 mm BL Mk XXIII en cuatro montaje triples // 12 cañones AA de 102/45 QF Mk XVI en 6 afustes dobles reducidos en 1944 a 8 en cuatro montajes // 16 cañones AA de 40.5/40 mm pom-pom en dos montajes óctuples, aumentados en 1944 a 40 adicionandole cuatro montajes dobles y cuatro cuádruples.
// 5 cañones AA Bofors en torres sencillas de 40/56 mm. instalados en 1945 // 14 cañones simples AA Oerlikon de 20/70 mm instalados en 1944 y reducidos en 1945 a ocho // 8 ametralladoras Vickers de 12,7 mm // 6 TLT 533 mm. Mk IX* en dos lanzatorpedos triples // 2 aviones Supermarine Walrus, eliminados al final de la guerra
PROTECCIÓN: Cintura 114 mm. // Cubierta 51mm. // Torres 25mm.
Muy probablemente, el crucero ligero HMS Edimburgh no pasaría a la historia de no ser por lo rocambolesco de su hundimiento, las circunstancias que en él se dieron, y la carga que transportaba.
El HMS Edimburgh fue construido en 1936 en Newcastle, entrando de inmediato a formar parte de la Royal Navy como crucero ligero. No disponía ni de un armamento espectacular ni de un casco acorazado, pero era un tanto revolucionario en el sentido de contar con un primitivo equipo de radar y de control de artillería bastante avanzado en esos tiempos. Contaba además con la particularidad de poder portar tres hidroaviones en su cubierta que se utilizaban en labores de valioso reconocimiento aéreo.
Durante la segunda guerra mundial se le pudo ver frecuentemente patrullando por el Mediterráneo y anclado en Gibraltar, siendo posteriormente destinado a otra labor menos agradable: escoltar los convoyes de buques aliados que abastecían a la URSS a través del océano Glacial írtico. A la intensa presión psicológica que constituía el tráfico en convoyes (siempre esperando el temido ataque de los submarinos alemanes) la ruta por estos gélidos mares era un auténtico calvario por las bajas temperaturas ambientales que hacían formarse una costra de hielo sobre las estructuras y las armas del buque que tenían que ser constantemente eliminadas sin cesar por las tripulaciones utilizando lanzas de vapor. El estado de la mar era frecuentemente malo, el peligro de los bancos de hielo amenazadores, y la visibilidad mínima.
En una de sus misiones, el HMS Edimburgh partió de la base de Scappa Flow el 06 de Abril de 1942 para formar parte de la escolta del convoy PQ14, con destino al puerto ruso de Murmansk vía Océano Glacial írtico. El convoy constaba de 24 barcos mercantes, de los cuales 16 se vieron obligados a variar el rumbo y recalar en Islandia debido a las condiciones atmosféricas y a la presencia de la banquisa. El resto de naves (incluyendo el Edimburgh) siguieron vía hasta alcanzar Murmansk (si bien uno de los barcos resultó hundido por un submarino alemán) el 29 de Abril. A continuación el HMS Edimburgh debía volver a Scappa Flow escoltando el convoy de vuelta, denominado QP11. A la mañana siguiente a la partida, 30 Abril, el submarino alemán U-456 avistó al convoy y lanzó un torpedo que impactó en el costado de estribor del crucero, que si bien comenzó a zozobrar rápidamente pudo mantenerse a flote gracias a la rapidez y pericia de su dotación al disparar los mamparos estancos. El U456 no tardó en reaccionar y le lanzó un segundo torpedo que igualmente hizo blanco en el crucero, destrozando la popa y los servomotores de gobierno, dejando al HMS Edimburgh gravemente dañado. Desde el crucero no tiraron la toalla y trataron de salvarlo remolcándolo de vuelta a Mursmank. Así pasaron dos angustiosos días, hasta que tras ser avistados por aviones germanos de reconocimiento, fueron atacados por tres destructores alemanes, cayendo finalmente el HMS Edimburgh hundido.
La historia no acaba aquí. Lo rocambolesco del caso es que el crucero llevaba en uno de sus pañoles de munición un cargamento de 465 lingotes de oro que hacían un total de unas 4 millones y medio de toneladas de precioso metal, que constituían el pago en metálico del gobierno de Stalin por los materiales enviados por los convoyes aliados a la URSS... tras la guerra, en 1954, el gobierno inglés ‘vendió’ el derecho de rescate del HMS Edimburgh a una empresa privada de recuperaciones submarinas para tratar de recoger el oro del pecio del navío, que yacía a unos 250 metros de profundidad en aguas bravas con una temperatura de alrededor de 4ºC. Lo peligroso y arriesgado de la recuperación no era tan preocupante desde el aspecto técnico de la misma como el protocolo político dada la coyuntura de relaciones internacionales en plena Guerra Fría entre URSS y Reino Unido. La cosa se complicó aún más en 1957, cuando el HMS fue declarado oficialmente Tumba de Guerra, con las (lógicas) restricciones que ello conlleva. No obstante, en los 70s el gobierno de Su Graciosa Majestad se pasó los prejuicios legales, internacionales y morales por el Arco del Triunfo, y adquiriendo un cierto grado de pragmatismo volvió a acordarse de las 4.5 toneladas de oro que yacían en el írtico y rescató el tema de la recuperación del Edimburgh. A partir de aquí, y aunque el HMS Edimburgh se hallaba en aguas de la URSS, empezaron a hacerse prospecciones y finalmente en 1981 se encontró el pecio y los submarinistas bajaron hasta él. Con tremendo esfuerzo y algún accidente, pudieron recuperarse 431 de los 465 lingotes de oro antes de dar por finalizada la operación debido a la climatología. En total Margaret Thatcher & cía se embolsaron unos 43 millones de libras esterlinas tras excavar y remover entre los restos de aquél naufragio.
Construido por: Harland & Wolf en Govant, Reino Unido.
CARACTERÍSTICAS:
DEPLAZAMIENTO: 15.138 Tn.
ESLORA: 187 m.
ESLORA: 20 m.
CALADO: 7m.
PROPULSIÓN: 4 hélices, 4 turbinas Parsons, 4 calderas Admiralty, 80.000 CV.
VB: 32,5 nudos.
AUTONOMÍA: 5.300 millas a 13 nudos.
DOTACIÓN: 855.
ARMAMENTO: 12 cañones de 152/50 mm BL Mk XXIII en cuatro montaje triples // 12 cañones AA de 102/45 QF Mk XVI en 6 afustes dobles reducidos en 1944 a 8 en cuatro montajes // 16 cañones AA de 40.5/40 mm pom-pom en dos montajes óctuples, aumentados en 1944 a 40 adicionandole cuatro montajes dobles y cuatro cuádruples.
// 5 cañones AA Bofors en torres sencillas de 40/56 mm. instalados en 1945 // 14 cañones simples AA Oerlikon de 20/70 mm instalados en 1944 y reducidos en 1945 a ocho // 8 ametralladoras Vickers de 12,7 mm // 6 TLT 533 mm. Mk IX* en dos lanzatorpedos triples // 2 aviones Supermarine Walrus, eliminados al final de la guerra
PROTECCIÓN: Cintura 114 mm. // Cubierta 51mm. // Torres 25mm.
Muy probablemente, el crucero ligero HMS Edimburgh no pasaría a la historia de no ser por lo rocambolesco de su hundimiento, las circunstancias que en él se dieron, y la carga que transportaba.
El HMS Edimburgh fue construido en 1936 en Newcastle, entrando de inmediato a formar parte de la Royal Navy como crucero ligero. No disponía ni de un armamento espectacular ni de un casco acorazado, pero era un tanto revolucionario en el sentido de contar con un primitivo equipo de radar y de control de artillería bastante avanzado en esos tiempos. Contaba además con la particularidad de poder portar tres hidroaviones en su cubierta que se utilizaban en labores de valioso reconocimiento aéreo.
Durante la segunda guerra mundial se le pudo ver frecuentemente patrullando por el Mediterráneo y anclado en Gibraltar, siendo posteriormente destinado a otra labor menos agradable: escoltar los convoyes de buques aliados que abastecían a la URSS a través del océano Glacial írtico. A la intensa presión psicológica que constituía el tráfico en convoyes (siempre esperando el temido ataque de los submarinos alemanes) la ruta por estos gélidos mares era un auténtico calvario por las bajas temperaturas ambientales que hacían formarse una costra de hielo sobre las estructuras y las armas del buque que tenían que ser constantemente eliminadas sin cesar por las tripulaciones utilizando lanzas de vapor. El estado de la mar era frecuentemente malo, el peligro de los bancos de hielo amenazadores, y la visibilidad mínima.
En una de sus misiones, el HMS Edimburgh partió de la base de Scappa Flow el 06 de Abril de 1942 para formar parte de la escolta del convoy PQ14, con destino al puerto ruso de Murmansk vía Océano Glacial írtico. El convoy constaba de 24 barcos mercantes, de los cuales 16 se vieron obligados a variar el rumbo y recalar en Islandia debido a las condiciones atmosféricas y a la presencia de la banquisa. El resto de naves (incluyendo el Edimburgh) siguieron vía hasta alcanzar Murmansk (si bien uno de los barcos resultó hundido por un submarino alemán) el 29 de Abril. A continuación el HMS Edimburgh debía volver a Scappa Flow escoltando el convoy de vuelta, denominado QP11. A la mañana siguiente a la partida, 30 Abril, el submarino alemán U-456 avistó al convoy y lanzó un torpedo que impactó en el costado de estribor del crucero, que si bien comenzó a zozobrar rápidamente pudo mantenerse a flote gracias a la rapidez y pericia de su dotación al disparar los mamparos estancos. El U456 no tardó en reaccionar y le lanzó un segundo torpedo que igualmente hizo blanco en el crucero, destrozando la popa y los servomotores de gobierno, dejando al HMS Edimburgh gravemente dañado. Desde el crucero no tiraron la toalla y trataron de salvarlo remolcándolo de vuelta a Mursmank. Así pasaron dos angustiosos días, hasta que tras ser avistados por aviones germanos de reconocimiento, fueron atacados por tres destructores alemanes, cayendo finalmente el HMS Edimburgh hundido.
La historia no acaba aquí. Lo rocambolesco del caso es que el crucero llevaba en uno de sus pañoles de munición un cargamento de 465 lingotes de oro que hacían un total de unas 4 millones y medio de toneladas de precioso metal, que constituían el pago en metálico del gobierno de Stalin por los materiales enviados por los convoyes aliados a la URSS... tras la guerra, en 1954, el gobierno inglés ‘vendió’ el derecho de rescate del HMS Edimburgh a una empresa privada de recuperaciones submarinas para tratar de recoger el oro del pecio del navío, que yacía a unos 250 metros de profundidad en aguas bravas con una temperatura de alrededor de 4ºC. Lo peligroso y arriesgado de la recuperación no era tan preocupante desde el aspecto técnico de la misma como el protocolo político dada la coyuntura de relaciones internacionales en plena Guerra Fría entre URSS y Reino Unido. La cosa se complicó aún más en 1957, cuando el HMS fue declarado oficialmente Tumba de Guerra, con las (lógicas) restricciones que ello conlleva. No obstante, en los 70s el gobierno de Su Graciosa Majestad se pasó los prejuicios legales, internacionales y morales por el Arco del Triunfo, y adquiriendo un cierto grado de pragmatismo volvió a acordarse de las 4.5 toneladas de oro que yacían en el írtico y rescató el tema de la recuperación del Edimburgh. A partir de aquí, y aunque el HMS Edimburgh se hallaba en aguas de la URSS, empezaron a hacerse prospecciones y finalmente en 1981 se encontró el pecio y los submarinistas bajaron hasta él. Con tremendo esfuerzo y algún accidente, pudieron recuperarse 431 de los 465 lingotes de oro antes de dar por finalizada la operación debido a la climatología. En total Margaret Thatcher & cía se embolsaron unos 43 millones de libras esterlinas tras excavar y remover entre los restos de aquél naufragio.
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