Monday, September 21, 2015

DKM U-123


Escala 1:700 Marca Hobbyboss (Score 6/10)





El U-123 fue la unidad subacuatica que mas eficacia demostró en la primera fase de la campaña naval contra EEUU. Junto con los otros submarinos, llego a la zona de operaciones el 10 de enero de 1942 y tres fechas después se recibía a bordo la orden en clave de iniciar ataques contra la navegación aliada. Pero el comandante Hardegen no había esperado la llamada de Berlín para actuar, ciñéndose al limite estricto establecido por las instrucciones de Karl doenitz. El mismo día 10 junto a la costa estadounidense de Halifax, el U-123 lanzo dos torpedos contra un mercante de 10000 toneladas pertenecientes a la Blue Funnel Line. No obstante, la tripulación de este carguero logró enviar un mensaje de socorro avisando que era objeto de un ataque submarino. Se había perdido un cierto grado del factor sorpresa para consternación de Reinhard Hardegen y sus hombres. Al día siguiente, la prensa norteamericana avisaba del peligro en perspectiva si no se tomaban medidas defensivas a tiempo.
A pesar de todo, el U-123 siguió imperturbable su ruta hacia la gran ciudad de los rascacielos. En el transcurso de la noche del 13 al 14 de enero, Reinhard Hardegen pudo cumplir el sueño de todo submarinista germano, como era ver Nueva York a través del periscopio y con una visibilidad total. Mas aun, el «lobo gris» del Tercer Reich subió a la superficie de las tranquilas aguas como si la guerra fuera una cruel realidad y se tratara de un crucero de placer.....Así lo relata un historiador naval de Alemania:

Era increíble. Después de todo, los jefes de la Marina norteamericana hubieran debido suponer que, tras la declaración de guerra, los submarinistas alemanes se presentarían también en aquellos territorios. ¿Era ligereza? ¿Confianza en si mismos? Maniobrando con cuidado, Hardegen se fue acercando poco a poco a la costa. La sonda señalo un fondo de apenas 40 metros. Allí estaba Nueva York. Hardegen la había visitado en un viaje realizado cuando era cadete, y ahora volvía verla, reflejada en el mar y a lo lejos. Ante Sandy Hock, pequeña isla que separa las rutas de los barcos entre le cual Ambrose y el canal Principal, se amontonaban los cargueros. Se les podía reconocer por las luces reglamentarias. Continuamente entraban y salían pesqueros. Hardegen se veía obligado a tener cuidado para evitar el choque con aquellos pequeños barcos. Pero no pensó en sumergirse. Con la mayor tranquilidad, exploró desde lejos el puerto, comparo con sus mapas los sondeos efectuados y preparo concienzudamente el ataque. Había llegado la hora prevista por el mando.

Existía tanta tranquilidad en el gran puerto de Nueva York que el U-123 podía haber atracado, sin obstáculo alguno que se lo impidiera, en uno de aquellos muelles de Manhattan o haberle dado cañonazos a placer a los colosales edificios ya la mismísima Quinta Avenida. Pero la misión encomendada por el Almirante Doenitz era destruir el mayor numero de buques –tanque aliados.

Petrolero en llamas
El comandante Hardegen observo desde la torreta de su sumergible la salida de un hermoso petrolero con la línea de flotación a ras de agua, señal inequívoca de que iba bien cargado. Había llegado el momento tan esperado y ante las mismas narices de los norteamericanos, pues podía preparar el lanzamiento de sus torpedos con entera tranquilidad. Igual que en un ejercicio en tiempos de paz y siendo imposible errar el blanco, el torpedo germano se dirigió a 45 nudos hacia su victima para acertar exactamente en mitad del casco. La formidable explosión ilumino el oscuro cielo de forma imprevista., como un fogonazo cegador. Apenas resulto perceptible el mensaje de socorro emitido por el telegrafista del Norness y ¡encima en el sentido de que su buque había chocado con una mina al sur de Long Island! Un segundo torpedo alcanzo al petrolero en la zona de popa, atravesó el casco como si fuera de papel y la nave acabo hundiéndose en medio de un espectacular remolino.
El U-123 pudo continuar su campaña frente a las costa americanas ante la ingenuidad demostrada por los mandos de la aun inexperta US Navy. Tres horas después del «accidente» de Nueva York, las emisoras de radio de la zona advertían al resto de los barcos que un gran petrolero se había ido al fondo por causas inexplicables: la idea de una mina era l amas razonable. Resultaba evidente que era inadmisible para los militares estadounidenses la presencia de submarinos del Tercer Reich ante las mismas farolas de Long Island.
Confiando en el factor sorpresa logrado, Hardegen se dirigió a mar abierto y busco refugio en las profundidades marinas en espera de otra buena oportunidad de «caza». Su audacia, realmente, no conocía limites:

A la noche siguiente penetro aun mas en la entrada del puerto de Nueva York. A causa de la escasa profundidad, era imposible sumergirse. A pesar de las numerosas señales luminosas y de los muchos barcos pequeños que se movían por allí, tendría que atacar desde la superficie.
No se apreciaba rastro de su defensa antisubmarina.
Al día siguiente fue descrito en frases sensacionalistas y declaraciones de testigos presénciales el hundimiento ante Nueva York del segundo petrolero. En el submarino alemán no llegaron a enterarse del nombre del barco hundido. Hardegen esperaba la llegada de las naves anunciadas por el servicio de información alemán. Según esas informaciones, debían hallarse en ruta hacia Nueva York. Por consiguiente, podía permitirse el lujo de dejar pasar barcos pequeños. El único mercante algo mas grande resulto pertenecer a España, nación neutral en la contienda.
Naturalmente, al estallar las hostilidades, los norteamericanos habían movilizado todas las flotillas de destructores. Pero la vigilancia en el mar no era algo que se aprendiese en los colegios, sino que era necesario practicarla. Hardegen era siempre el primero en ver al enemigo.
Tras 15 días de caza por la costa norteamericana, los cinco submarinos habían mandado al fondo del mar un total de 25 barcos, con una suma conjunta de 160000 toneladas de registro bruto. Para los experimentados «Lobos grises», era como un juego de niños el atacar petroleros sin escolta. El U-123 se apunto 53000 toneladas y fue lider de la Operación Paukenschlag. Reinhard Hardegen hizo un total de cinco cruceros en su U-boote y alcanzo la categoría soñada de as por sus 28 barcos hundidos y 193000 toneladas, entre ellos el crucero auxiliar Auronia. El almirante Doenitz le concedió el 23 de enero de 1942 –al termino de su primera misión ante las costas estadounidenses- la Cruz de caballero, y solo tres meses después adornaba su condecoración con las preciadas Hojas de Roble. 


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